domingo, 30 de agosto de 2009

Una Mañana

Sorbía de la taza de té desesperadamente
Sorbía a veces de la cuchara
Que rítmicamente sumergía en la taza
Una y otra vez
Desesperanzadamente
“Solían ser grises los días de otrora”
Pensaba
“Ahora ya no son más grises
Pero el gris habita en el alma
De alguna forma”.

Sorbe un poco de nuevo
Sola, tibia, sola
Entona, con un rápido movimiento de mano,
Un acorde disonante
La taza choca contra el piso,
La sustancia, toda desparramada
Baña sus pies desnudos, fríos,
Y la savia de la rabia emerge jubilosa,
Jovial y despampanante.

Y de nuevo, una y otra vez,
Parsimonia en el tono de su cuerpo
Y de sus caderas ambiguamente soleadas,
En armonía con el entorno gris
Espantosamente crepuscular
Una y otra vez, todo de nuevo
La cuchara se sumerge en silencio
Pero esta vez en el aura caliente
Que emana de su aliento.

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